La luz de la luna se proyecta sobre las hojas secas esparcidas en el suelo del jardín.
Aunque mi visión es difusa, reconozco el lugar. Es el jardín de mi casa.
Me muevo lentamente, casi arrastrándome, hacia arriba por uno de los tallos del rosal.
Cada movimiento me demanda un esfuerzo supremo, debo contraer y aflojar mis músculos con todas mis fuerzas para avanzar cada milímetro.
Sé que quiero alcanzar las hojas verdes de la planta, es la única idea que flota en mi cerebro y que hace mover mi elástico cuerpo de gusano...
Otra vez el mismo sueño, hace más de una semana que sueño lo mismo, que soy un inmundo gusano vagando por el jardín.
Un sueño sin sentido, para mí. Aunque dicen que todo sueño tiene un significado.
¿Pero que significado puede tener soñar que uno es un gusano?.
Solo que ese sea el concepto que, inconscientemente, tenga de mí mismo.
Al principio me resultaba gracioso, pero ya había empezado a perturbarme.
El sueño era cada vez más real, no parecía ser realmente un sueño. Y los últimos días se había tornado verdaderamente angustioso.
Pero esta noche no me va a pasar. Quizás esté sugestionado.
Me quedo leyendo una novela, de Julio Verne, tratando de dormirme con la mente en otra cosa. Tal vez sueñe con viajes a La Luna y no con gusanos.
Me duermo casi al amanecer. Sueño :
Estoy otra vez en el jardín, en la rama del rosal, pero esta vez no es de noche. El sol acaba de salir y el cielo está teñido de rosados y violáceos, las primeras luces del día.
Otra vez, pienso. Otra vez estoy soñando que soy un maldito gusano.
Pero esta vez es mucho más real que las anteriores.
Puedo sentir perfectamente la rugosidad del tallo bajo los anillos que forman mi cuerpo. Puedo sentir el aire helado penetrando mi elástica piel.
Bueno, en cualquier momento me despierto, pienso. Pero el sueño prosigue, algo distinto comienza a suceder.
Siento un fuerte sacudón interno, mi cuerpo se contrae, mis entrañas se convulsionan.
Siento un dolor insoportable que me hace pensar que la muerte me está alcanzando.
Pero es un sueño, me digo.
De repente, oscuridad. Tengo que despertar, pienso.
Me muevo despacio y siento como la corteza de mi cuerpo de gusano se parte y cae tras de mí, reseca.
Despliego unas alas multicolores, aleteo tímidamente, levanto vuelo.
Desde el aire veo mi jardín, mi casa.
Esto ya no parece un sueño, hace mucho que dejó de parecerlo.
Me poso sobre el dulce cáliz de una flor, recojo el polen con mis largas patas delanteras.
Sé que ya no voy a despertar. Tal vez esta sea la realidad, tal vez el sueño era lo otro. Tal vez soñaba que era un hombre.
Sin embargo no siento temor. En mi mente todo razonamiento se va diluyendo, hasta que solo queda un pensamiento, un instinto.
Volar de flor en flor recogiendo el sabroso néctar que sirve como alimento en la corta vida de una mariposa...
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